“En medio de la noche mi marido se despertó y no me reconoció. Me gritó porque pensó que yo era una intrusa en nuestra propia casa. Pude calmarlo, pero el suceso me asustó mucho y me hizo pensar en lo que podría haber pasado si él tuviera un arma.”

“Mi madre tiene demencia y vive conmigo, y no sé qué hacer con nuestras armas. Me gusta tener un arma en casa para protegerme, pero me preocupa que mi madre la encuentre. Siento que tengo que tomar una decisión pronto para mantenerla a salvo.

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“Mi médico me diagnosticó una demencia temprana. Ahora me siento bien, pero quiero hacer planes sobre qué hacer con mis rifles una vez que ya no sea seguro ir de caza. Es difícil pensar en ello, pero prefiero ser yo quien tome estas decisiones.
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“Mi padre fue el que me enseñó sobre las armas y cómo usarlas con seguridad. Desde que le diagnosticaron demencia, he estado pensando más en nuestras armas en casa. Siempre me ha mantenido a salvo, así que ahora me toca a mí mantenerlo a él a salvo.”